“CUALQUIER PERSONA QUE DEJA DE APRENDER ES VIEJO, YA SEA A LOS 20 O A LOS 80 AÑOS. CUALQUIERA QUE SIGUE APRENDIENDO PERMANECE JOVEN. ESTA ES LA GRANDEZA DE LA VIDA" (Henry Ford)

Aprender, desaprender y reaprender compartiendo es mi propósito personal y profesional, de ahí que el discipulado permanente, del que soy ferviente defensor me lleva a estar evolucionando continuamente  tanto  en aptitudes como en actitudes.

 En mi caso personal sin este precepto, la obsolescencia de mi saber hacer  se incrementaría de forma exponencial, con lo que  para hacer frente a los retos, que me afronto  junto a mis clientes en gestionar sus empresa con éxito sería muy difícil.

Si vemos con retrospectiva los ordenadores con los que nos iniciamos en el mundo informático, en mi caso año 1990, veo lo obsoleto que está hoy aquel IBM con MSdos,  Lotus 123  y el Word perfect. De la misma forma me pregunto qué obsoleto estaría hoy profesionalmente si desde Junio de 1991 cuando terminé mis estudios universitarios no hubiera continuado en mi camino del aprendizaje.

Aquellos profesionales que consideran que han llegado al dominio de su especialidad, que van de campeones por la vida con lecciones dogmáticas sobre su conocimiento me hacen de entrada dudar de sus capacidades.

Valores como la humildad, la perseverancia y el coraje se hacen imprescindibles en nuestra cultura organizativa si queremos alcanzar la excelencia

26 agosto 2021

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